Uno de los mayores diferenciadores que tiene una marca es su símbolo. Al hablar de Mack también hablamos del bulldog que tiene al frente de todos su vehículos, el cual los ha acompañado desde principios del siglo XX, para representar la durabilidad y fuerza de sus camiones. A continuación te contamos más sobre la historia de nuestra mascota.
Los inicios antes del bulldog
Hace más de un siglo, John ”Jack“ Mack construyó su primer vehículo automotor, un autobús de 20 asientos con motor de 4 cilindros, embrague de cono y caja de tres velocidades, era el año 1900. La calidad de este equipo fue lo que hizo a Mack una de las marcas de camiones más prestigiosas de Estados Unidos y, luego, mundialmente reconocida por su solidez y eficacia. Sin embargo, en ese momento aún no hacía aparición el emblemático bulldog.
El perro bulldog en la Primera Guerra Mundial
Cuando los Estados Unidos comenzaron su participación en la Primera Guerra Mundial, miles de camiones Mack AC fueron enviados al frente de batalla. Mientras ocurría la ”campaña francesa“, la mayoría de los vehículos cargados de tropas inglesas, se atascaban cuando el fango llegaba a la altura del eje trasero, pero cuentan que nuestras motores no se detenían ante nada, por lo que creció pronto la fama de que eran ”imparables“.
La fama de este camión y su durabilidad cosecharon muchos éxitos, de ahí que se produjeran durante 24 años. Fueron útiles tanto en la guerra como en la paz. El modelo tenía disponibles múltiples opciones que evolucionaron constantemente, hasta que dejaron de fabricarse definitivamente en 1937. Para entonces, la cifra de vehículos fabricados superaba las 55,000 unidades.
Durante la guerra, abastecimos ampliamente de camiones y otros vehículos a los ejércitos inglés y americano hasta el final de la Primera Guerra Mundial. Por todas sus cualidades y por la forma de su cofre: de nariz chata, su tenacidad feroz, los militares británicos, en tono de broma, comenzaron a llamarlos ”bulldog“, en alusión al muy conocido perro de dicha raza.
Aparición del bulldog.
En 1922, alguien en la dirección de camiones Mack, con cierto astuto instinto de marketing, aprovechó aquel ”apodo inglés de la guerra“ para institucionalizarlo como marca registrada. De esta manera, apareció por primera vez la imagen del perro bulldog en una placa de acero atornillada al costado de los camiones, en el modelo AB de ese año.
Finalmente el bulldog se ”montó“ en el cofre diez años después 1932, en medio del boom de la construcción en los Estados Unidos. Todo el país se modernizó en los años previos y posteriores a la Segunda Guerra Mundial, esa prosperidad viajó en camiones Mack: la presa Hoover, en Centro Rockefeller, el canal del San Lorenzo y el túnel Lincoln, fueron algunas de las muestras de esta bonanza.
Durante la fabricación del observatorio estelar del Monte Wilson, en California, los camiones Mack, como bestias de carga, treparon por los estrechos y peligrosos caminos de montaña, al llevar los útiles y herramientas de construcción necesarios. Ante tan buenos servicios, los afamados constructores de esas obras monumentales, para resaltar la solidez de su trabajo, acuñaron la frase: ”hecho como un camión Mack“.
El bulldog como ícono
En el año 2009, Mack trasladó su central corporativa de Allentown, Pennsylvania, donde había estado establecida desde 1905. Las noticias locales informaron de la retirada de la gran estatua dorada de un bulldog que se encontraba en el exterior del edificio para prepararla para su instalación en la nueva central en Greensboro, North Carolina. WPMT-TV (cadena de televisión local) denominó al bulldog como “tan simbólico como el edificio PPL (Pennsylvania Power and Light Company) y el recinto ferial Allentown Fair”.
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